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martes, 24 de junio de 2014

Resquicios

Impotencia, náuseas, desprecio, amor, odio, insomnio, narcolepsia, la voz, extrañar, inventar fuerzas, sonreír, un olor, no pensar, una canción, miedo, pérdidas, valor, porqués, por qué no, prohibido escribir, alcohol, fantasmas, los daños.


Y tú ya no.

sábado, 7 de junio de 2014

It's Innocence Lost

Hola,
hoy he venido a hablaros de alguien que conocí una vez. He venido a hablaros de alguien que se fue hace mucho tiempo. He venido a hablaros de ella, de la chica de los rizos o, más bien, del corazón rizado. He venido a hablaros de Cristina.
He venido a deciros que os he intentado hablar de ella muchas veces pero nunca he sabido cómo hacerlo. Nunca he sabido explicarla del todo. Además. siempre que intento hacerlo recuerdo eso de "Si puedes explicarlo, es que no significa absolutamente nada" que tantas veces ella me decía.
Siempre me pareció un tanto extraña pero lo que me extraña de verdad es que la leyerais. Era como que te disparen con una bala encontrada, como una copa que no embriaga, como un camino que no sabes dónde te va a llevar.

"Mira que eres rara" es lo que me cansé de escuchar de todas esas personas que intentaron conocerla. Ella tenía marca propia. La única forma de describirle cualquier cosa era añadiendo un: "Esto es muy tú" y ya está. No había más que decir. Y es que Cristina era una de esas personas que solía tener la cabeza llena de pájaros, pero de pájaros carpinteros. De esos que  picoteaban hasta el último rincón de su corazón de madera. De madera... Quizás ese fuera el motivo por el que todo el mundo quería tocarla. "El problema es cuando nadie quiere mirar más adentro", siempre me decía.

La verdad, es que de ella aprendí muchas cosas. Aprendí que sentir se paga, que el miedo se paga, que la honestidad se paga y que el dolor se paga. Aprendí que los corazones solo laten de puertas para afuera y que la confianza no vuelve cuando se va: "Ese es el precio a pagar por haber sentido tanto".
Sus ganas eran inmensas. Ella nunca miraba al vacío antes de saltar. Nadaba a contracorriente y cada vez que caía escupía y arañaba al suelo con todas sus fuerzas para que este no quisiera volver a verla más. Porque así era Cristina. Nunca desistía, subía la música y la llenaba de recuerdos pero de los que no dolían: "Y dejo para mañana todo lo que no vaya a sufrir hoy", la vi escribir una vez.

Sin embargo, nunca la oí decir 'te quiero' a nadie. Dura de corazón como ella sola. Nunca me habló de estabilidades ni de monotonías. Ni de cigarrillos encendidos ni de cerveza sin alcohol. A pesar de todo esto, la vi en varias ocasiones perdida en la espalda de otras personas, sonrojarse ante un 'Tú eres mi niña', escribiendo poemas sobre iris con barba, aceptando copas y diciendo todas esas cosas que ella nunca admitiría haber dicho. Mucha gente pensó que estaba loca, siempre rodeada de gente poco 'afín' "¡Por supuesto que creo en el amor! ¿No os he dicho que hay personas con las que puedo ser yo misma?", publicó una vez.

Pero, también la vi transformarse.
Porque todos nos transformamos.

Los cafés se convirtieron en vasos de tila de su madre a las doce de la noche con la esperanza de poder dormir. Como si ella recordara o supiera cómo se hacía eso.
La vi sufriendo el peso de las noches y los mensajes no escritos. La vi confiando en llegar a ser tan fuerte como aparentaba ser. La vi usando los baños de un bar como diván. Siempre averiada, siempre sin saber qué hacer, qué sentir, de qué huir. La vi sucumbiendo a la ansiedad y a la tristeza de volver a ver las estrellas en el cielo. La vi con la sensación de haber ganado años perdiendo guerras y la vi cruzando sin mirar y bebiendo sin control.
Pero ya no la veo.
Cristina se fue ¿Dónde?

"A un lugar en el que no necesite escribir. La vida consiste en escribir y morir a la vez."

La única corrida que veo es del rimmel y unos labios rojos riendo y sin mirar atrás. Pero eso no es Cristina.

Porque es imposible ver a alguien que ya no está.