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domingo, 19 de octubre de 2014

Puedes besármelas todas pero,
 de mis curvas,
  sabes que tu favorita
  es la que te besa a ti.



sábado, 13 de septiembre de 2014

Vida, tenemos que hablar.

Hablemos de todas las veces en las que pensé en ser feliz y no lo fui. De que vivimos en un mundo en el que es mucho más fácil follarse a alguien que quererle.

Hablemos de que siempre pretendemos que las cosas sucedan solas y sin esfuerzo. Sin dolor. Porque así es en los cuentos, y no ¡El mundo real está lleno de decepciones! ¿Y a este mundo le escribo yo?

Hablemos de que el amor no es otra cosa que bajar al infierno a bailar (aunque no sepas) solo porque sus ojos tienen música.

Hablemos de esas veces en las que llegas a casa temprano y te paras a pensar en todo lo que tienes. Un teléfono sin mensajes, un futuro incierto y un par de ejemplos de vidas perfectas entre los que no está la tuya.

Hablemos de que hay que vivir más y pensar un poco menos ¿Por qué nos complicamos tanto la vida si solo tenemos que inhalar y exhalar?

Hablemos de que el mundo se ha vuelto completamente loco y solo somos el resultado de todas esas guerras que nos salieron mal. Y no, recordarlas no es un error. Lo malo viene cuando nos refugiamos en nuestras propias trincheras; sin salir a combate por el absurdo pavor a encontrarnos con una mina o con alguien que nos quiera.

Hablemos de que me levanto y solo veo un enorme cúmulo de mierda que no sé disimular y que me machaca las venas. De que no tengo respuestas para nada. Ni siquiera para mí ¿Qué hacéis pidiéndome ayuda? No sé dar. Se entregarme al 110% a alguien.

Hablemos de que doy y mucho. Pero yo también me necesito. Aire, paz, fluidez, valentía y fuerza. Todo eso que tengo y que me cuesta sacar.

Hablemos de que si algo puedo decir es que luché y lucho. Con todas mis fuerzas.

Hablemos de cuando me da por leer cada noche palabras que ni siquiera tengo por recordar momentos que sí que tuve.

Hablemos de que lo bueno siempre superará a lo malo y de que tengo fuerza para parar ochocientos trenes. El problema viene cuando yo soy pasajera de uno de ellos y tengo que pararlo desde dentro.
No me voy a rendir, me digo.

NO. PIENSO. DEJAR. DE. SER.

Al menos no este sábado.


Al menos no esta vida.

lunes, 11 de agosto de 2014

Lo que no mata tampoco se escribe

Escribo por los que están aunque yo misma me vaya.
Por el olor a libro nuevo. A fresa. A suelo mojado.
Escribo porque aferrarse al pasado es morir un poco cada día.
Y porque cada vez hago menos caso a lo que me dicen y más a lo que me dicto yo.

Escribo porque de hablar ya se me ha olvidado si no es en silencio y clavando los ojos.
Escribo porque me miro al espejo y no veo nada de la persona que era. Y no sé si está mal.
Escribo porque levantarse y darse cuenta de que estás perdiendo, duele más que escribir lo perdida que me siento yo.

Escribo para recordar dos veces lo mismo. Para desahogarme, ahogándome.
Escribo porque no vais a entender nada, nunca.
Porque quiero.

Escribo porque lucho, aun teniendo miedo.
Porque tengo miedo, aun sabiendo que he perdido las suficientes personas en mi vida como para saber
que no moriré de ninguna perdida.

Porque nunca es demasiado y nada es suficiente.
Por el orgullo. El rencor. El pánico y la rabia.

Escribo porque sé cuidar. Aunque no sepa cuidarme.
Escribo porque sé querer. Aunque no sepa quererme.

Escribo porque el pretexto de "He estado peor otras veces" no debería ser la excusa
y porque siempre serás mi quiero y no puedo y yo siempre seré tu puedo y no quiero querer.
Escribo para, por, sin, con, contra, en y desde el fondo de todas mis dudas.

Pero, sobre todo,

escribo porque la nostalgia tiene el estómago muy grande.

Y yo

unas ganas de matarla,

demasiado pequeñas.




miércoles, 9 de julio de 2014

A estribor, corazón

Me arranqué
y no por bulería,
sino el corazón,
anclado siempre
a la orilla de tu miedos.

Arrié todas las velas,
velocidad crucero.
Hemos adelantado a la luz por la derecha, mi capitán.
Tócame, que nos hundimos.

¿Hemos rozado ya el horizonte?
¿Estamos besando ya las estrellas?

Y me volví a mirarte a los ojos
(benditos agujeros negros)
pero te habías quedado atrás.

Te pilló por sorpresa
mis ansías de emprender nuevos rumbos
y aún levantabas la ceja.

Pero esta
no es
la historia
de un
abandono.

Y volví a por ti,
regresé y te agarré tan fuerte
que tengo tatuadas tus huellas dactilares.
Aunque lo que verdaderamente me dejó huella
fueron todos los pasos que nunca diste.

Y alzaste tus alas al vuelo.
Fuiste océano
y bebí de tus instantes.
Me ahogué en el rocío de tu piel
y te llamé lluvia.
Eras mar, olas, naufragio.

Pero yo siempre quise las estrellas,
a mí me gustaba bailar en tu constelación.

Siempre anhelé llegar a buen puerto
y a ti salir de la cama te parecía
demasiado lejos.

Y entre tanto viaje,
se me rompieron mis tiras
contra tus aflojas.

Me cansé de verte olvidarnos
y hacerme la aún más loca.

Esta no es la historia de un abandono.

Esta es la historia
de un
"me
tengo
que
(hu)ir"

martes, 24 de junio de 2014

Resquicios

Impotencia, náuseas, desprecio, amor, odio, insomnio, narcolepsia, la voz, extrañar, inventar fuerzas, sonreír, un olor, no pensar, una canción, miedo, pérdidas, valor, porqués, por qué no, prohibido escribir, alcohol, fantasmas, los daños.


Y tú ya no.

sábado, 7 de junio de 2014

It's Innocence Lost

Hola,
hoy he venido a hablaros de alguien que conocí una vez. He venido a hablaros de alguien que se fue hace mucho tiempo. He venido a hablaros de ella, de la chica de los rizos o, más bien, del corazón rizado. He venido a hablaros de Cristina.
He venido a deciros que os he intentado hablar de ella muchas veces pero nunca he sabido cómo hacerlo. Nunca he sabido explicarla del todo. Además. siempre que intento hacerlo recuerdo eso de "Si puedes explicarlo, es que no significa absolutamente nada" que tantas veces ella me decía.
Siempre me pareció un tanto extraña pero lo que me extraña de verdad es que la leyerais. Era como que te disparen con una bala encontrada, como una copa que no embriaga, como un camino que no sabes dónde te va a llevar.

"Mira que eres rara" es lo que me cansé de escuchar de todas esas personas que intentaron conocerla. Ella tenía marca propia. La única forma de describirle cualquier cosa era añadiendo un: "Esto es muy tú" y ya está. No había más que decir. Y es que Cristina era una de esas personas que solía tener la cabeza llena de pájaros, pero de pájaros carpinteros. De esos que  picoteaban hasta el último rincón de su corazón de madera. De madera... Quizás ese fuera el motivo por el que todo el mundo quería tocarla. "El problema es cuando nadie quiere mirar más adentro", siempre me decía.

La verdad, es que de ella aprendí muchas cosas. Aprendí que sentir se paga, que el miedo se paga, que la honestidad se paga y que el dolor se paga. Aprendí que los corazones solo laten de puertas para afuera y que la confianza no vuelve cuando se va: "Ese es el precio a pagar por haber sentido tanto".
Sus ganas eran inmensas. Ella nunca miraba al vacío antes de saltar. Nadaba a contracorriente y cada vez que caía escupía y arañaba al suelo con todas sus fuerzas para que este no quisiera volver a verla más. Porque así era Cristina. Nunca desistía, subía la música y la llenaba de recuerdos pero de los que no dolían: "Y dejo para mañana todo lo que no vaya a sufrir hoy", la vi escribir una vez.

Sin embargo, nunca la oí decir 'te quiero' a nadie. Dura de corazón como ella sola. Nunca me habló de estabilidades ni de monotonías. Ni de cigarrillos encendidos ni de cerveza sin alcohol. A pesar de todo esto, la vi en varias ocasiones perdida en la espalda de otras personas, sonrojarse ante un 'Tú eres mi niña', escribiendo poemas sobre iris con barba, aceptando copas y diciendo todas esas cosas que ella nunca admitiría haber dicho. Mucha gente pensó que estaba loca, siempre rodeada de gente poco 'afín' "¡Por supuesto que creo en el amor! ¿No os he dicho que hay personas con las que puedo ser yo misma?", publicó una vez.

Pero, también la vi transformarse.
Porque todos nos transformamos.

Los cafés se convirtieron en vasos de tila de su madre a las doce de la noche con la esperanza de poder dormir. Como si ella recordara o supiera cómo se hacía eso.
La vi sufriendo el peso de las noches y los mensajes no escritos. La vi confiando en llegar a ser tan fuerte como aparentaba ser. La vi usando los baños de un bar como diván. Siempre averiada, siempre sin saber qué hacer, qué sentir, de qué huir. La vi sucumbiendo a la ansiedad y a la tristeza de volver a ver las estrellas en el cielo. La vi con la sensación de haber ganado años perdiendo guerras y la vi cruzando sin mirar y bebiendo sin control.
Pero ya no la veo.
Cristina se fue ¿Dónde?

"A un lugar en el que no necesite escribir. La vida consiste en escribir y morir a la vez."

La única corrida que veo es del rimmel y unos labios rojos riendo y sin mirar atrás. Pero eso no es Cristina.

Porque es imposible ver a alguien que ya no está.





domingo, 11 de mayo de 2014

'Parece mentira que todavía no entendáis que lo bonito de unos ojos no está en el color del iris, sino en su particular forma de ver el mundo'

Y, quizás, no haya cosa en este planeta que me fascine más y es escucharte hablar de todo lo que te rodea. Eso y que  tienes la palabra libertad tatuada a pinceladas por todos los rincones de tu espalda.

viernes, 9 de mayo de 2014

El poeta pide a su amor que le escriba

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal, la piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena, pues, de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena noche
del alma para siempre oscura.


-Federico García Lorca-

miércoles, 23 de abril de 2014

Zarisma

Un buen poema quizá sea el lado
valiente de un cobarde. O la bala de
un sentimental. O la belleza de un imbécil.

-Pedro Casariego Córdoba-

domingo, 6 de abril de 2014

Con lo bonito que es vivir de impulsos

Cuando estudio siempre me da por escribir y escribo todo lo que no quiere salir de mi boca. Escribo lo mismo que dentro de cinco minutos no tendré cojones de leer. Llego a casa, apago la luz, pongo el móvil en silencio, bajo la persiana y pum.
Las luces parpadean y no sé si están encendidas o apagadas. Eso soy yo a veces: una luz intermitente.
A veces parece que voy a apagarme para siempre y de repente emito un chorro de luz que cegaría a cualquiera y, sin embargo, otras veces... Otras veces parece que soy el foco más grande y fuerte del planeta y, en realidad, solo soy el reflejo de otro que está detrás mío, preparándose para brillar.
Cada día me embadurno con más mierda interna pensando que con sacarla cada cuatro meses vale. Pero no, no vale. Ni siquiera valía cuando la sacaba cada día.
El viento no me sacude porque no le dejo ni siquiera rozarme.
Ni siquiera me abrazan porque no les dejo acercarse, porque odio que me encante.
No escucho otra voz que no sea la de mi otro yo dentro de mí.
Bebo un trago de vodka más y asimilo lo que me está pasando.
Se me despintan las uñas, me acaricio los pies y me hago un nudo en el pelo. Y en el corazón.
Me cierro al 110 %. No me quiero para nadie más que para mí, joder.
Las voces son las que me oyen a mí; hijas de puta.
Me meto en la cama y doy tantas vueltas como horas pasando miedo delante del espejo.
Y te cuelgo, te rompo, te lamo, te desangro, te arranco las uñas, te desnudo, te humillo.
Querido miedo, eres un puto lastre del que estoy enamorada.
A veces necesito inyectarme miedo para no ser tan valiente y cagarla. Otras necesito hostias de valentía que me hagan ver que el miedo no puede gobernar una cabeza como la mía.
Una puta dictadura fría.
A veces luchan, luchan tanto que acaban saliendo para afuera y me obligan a arrancarme la coraza y vaciarme con alguien. Y me río. Y mi río. Mi río particular, lleno de peces que hacen cosquillas en los pies para recordarme que estoy viva.
Otras veces río, otras veces mar.
A veces montaña, otras subsuelo.
A veces beso, otras muero.
A veces muero, otras te miro a ti.
A veces espero y nadie llega porque ninguna persona se queda para ver cómo puedes necesitar a alguien que te busque.

El mundo se hace pedacitos dentro de mi boca y yo no sé ni masticar.

Pero no os preocupeís
ya estoy parpadeando.
Lo que no sé es si es por dentro o por fuera. Si brillaré o me brillarán encima.
Pero estoy.
Y, lo que tengo muy claro, es que nada, nunca me va a apagar.
Ni siquiera mil focos encima de mí.

Nada.

martes, 18 de marzo de 2014

La nave de los locos

Había decidido algo: quererle o no quererle; quizá no había decidido nada, y dejaba pasar el tiempo por si alguien llegaba a interesarle más, a arrastrarle por completo, rindiendo aquel último baluarte inexpugnable, siempre decido a no rendirse.
-Pío Baroja-

lunes, 17 de marzo de 2014

La nostalgia es difícil de explicar.

Y escribo dos líneas más en estos folios que estoy llenando con mis dudas; para luego leerlos y no sentirme tan perdida. Para que pase mejor.
Me ducho y las tuberías huelen a nostalgia.
En la nada está todo mi carmín. 
Tengo las uñas despintadas.

Me tropiezo con las dudas pensando que algún día lograré pisarlas del todo.
Amanece.
Otro día
más.
Y no, no escribo por nadie. Es solo que necesito recordar otra vez los mismos detalles no vaya a ser que se me olviden.
¿Me aliso el pelo? ¿Me lo tiño? ¿Lo corto?
¿Me limpio por dentro o me ensucio más recordando?
Ando, corro, huyo.
Reventé todos mis miedos.
Cada día, cada noche, cada jodido segundo.
"Ten cuidado con lo que haces, Cristina". Eso es lo único que soy capaz de decir cada vez que me miro al espejo.
Un "nosotros" no se puede conjugar en pasado.
Ni en futuro. Y eso es lo peor de todo.

Hay palabras que no se articulan.
Hay sentimientos que no se admiten.

Y hay abrazos que ya nunca salvarán igual.

jueves, 6 de marzo de 2014

Dedicatoria

Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.

-Leopoldo María Panero-

martes, 4 de marzo de 2014

"Dulce introducción al caos"

Me hace gracia cuando mi hermana dice que tengo la habitación hecha un desastre. Sin duda, se nota que no ha mirado más adentro.
Dejad que os diga, que todos estos montones de ropa y libros encima del sillón no son más que un símil de mis nervios al verle. Recogedlos si queréis, que al igual que mis cosas estarán otra vez desordenados, apenas en milésimas de segundos, cuando él entra aquí.
Déjame decirte que odio ordenar, ya sean apuntes o recuerdos (es que eso siempre lleva mucho polvo). Además, aquí los dos sabemos que para que las cosas estén en su sitio yo debería estar sentada encima tuya, porque ese es mi lugar (o, al menos, mi favorito). Y, si el tiempo no me pone en tu lunar, tranquilo, que ya voy yo a contártelos encima de tu espalda.
Déjame decirte que el desorden de las sábanas es directamente proporcional a la cantidad
de ganas
que tengo
de que estés aquí.


sábado, 15 de febrero de 2014

El poema de las posibilidades.

Abre
tal vez sea el cartero
con un ramo de rosas que entregarte
o el amor se disfrace (disfrazadoo)
de cita ocasional: perdón
equivoqué la puerta y la escalera,
no vamos a negar nuestro destino ahora.
Tal vez sea la tarde
con su mejor sonrisa y alguna solución,
la realidad vestida
de cobrador de deudas que son tantas,
o algún recuerdo antiguo
de los que trae la lluvia.
Quizás
no hay nadie ya
después que te decidas.
Pero si acaso abres
y si además es ella,
pero si acaso vences
el peso de esta tarde en soledad en tus piernas
y te la encuentras quieta
mirándote a los ojos en la puerta,
no hay nada que entender,
nada es preciso,
murmúrale que todo está en su sitio,
la puerta, la escalera,
el jarrón con las flores,
la tibieza,
el visillo cerrado en la penumbra.
Ofrécele tu casa...
y su destino.
- Álvaro Salvador, Luis García Montero, Esteban Valdivieso-

jueves, 6 de febrero de 2014

A veces llueve y el corazón se sincroniza con el tiempo.

Esta vez yo no he tenido nada que ver. La culpa la tiene la lluvia, lo juro. Yo solo me dejo llevar.
De repente, vuelve.
Las alcantarillas se ahogan. El frío hace de las suyas, como siempre.
 La calle se viste de lencería  gris.
El sol quiere pero no puede y yo... Yo echo de menos.
Pondría un "te" delante  pero no extraño a nadie en concreto. Echo de menos cosas. Gestos. Pequeñas cosas que me daban la vida.
No quiero perder más. No quiero que esta tormenta se vaya. Me gusta el olor, el dolor, el rencor; las palabras que no diré por miedo. Los solos de guitarra  de Extremoduro que reinan  ahora mismo en mi habitación.
Porque una vez me alcanzó uno de esos rayos que hacen que se te electrifiquen hasta la última de tus células. Uno de esos que son hermosos al caer pero estruendosos al irse, dejándome sin esperanza, vacía y, sin bragas, por supuesto.
Notar como todo me acaricia de nuevo tanto que lo odio. Odio las caricias tanto como antes me encantaban.
¿Por qué recordamos cuando sabemos que nos va a doler?
También nos duele ser felices. Porque sí,  que no os engañen, duele.
Y más si te quitas la venda y te das cuenta de que mañana quizás, hayas perdido eso que tanto te importa y  te da motivos.
Somos tan cobardes en todo que hasta una simple tormenta nos hace cerrar todo por miedo a mojarnos demasiado.
Solo abrimos la ventana cuando todo se ha calmado.

martes, 4 de febrero de 2014

Si soy lo que amo, soy gilipollas.

Si alguna vez tengo una hija, espero poder agarrarle de las muñecas y decirle que no pasé hambre en ninguna guerra, pero me enamoré de ti.
-Irene X -

sábado, 1 de febrero de 2014

Ella.

Es una de esas chicas desastre, que siempre tiene mil cosas por hacer, y en  cambio, ella prefiere escribir; una de esas que podía con todo salvo con ella misma, una que prefiere leer un libro a maquillarse, la que nunca llegaba a tiempo para coger metro, la que lleva ya muchos 14 de febrero esperando que alguien venga y le diga "Tranquila pequeña, yo también tengo miedo", una de esas que no sabía  lo que quería, pero estaba dispuesta a conseguirlo todo; es de esas que oculta sus ojeras bajo maquillaje, de esas cuyas lágrimas son lo único que le esperan cada noche en la almohada. Ella es la que ha enamorado al insomnio en un poema a primera vista; ella es la golfa de la que habla Extremoduro.
- Anónimo -

jueves, 30 de enero de 2014

Anaxárete, querida. Mira y aprende.

No pienso convertirme en una roca
para demostrar lo fuerte que soy.
A mí me basta con salir a la calle con el pelo despeinado y los labios rojos,
y sin temor a que me rompan las medias.
O a admitir que prefiero estar sola
a parecerme a vosotros.
Invierno es un estado de ánimo,
no lo olvidéis.
Que lo único que sé del amor es que me enamoro unas mil veces al día
y me desenamoro unas dos mil.
Aunque, claro, suele pasar que, de repente,
aparece una persona en tu vida que no quiere irse,
y te mueres de miedo.



miércoles, 29 de enero de 2014

El sexo de la risa.

Imagina una carcajada diez segundos antes de llorar. Un abrazo por la espalda cuando no quieres volver a casa. Una mano que aparece al cruzar el pasillo a oscuras. Un aterrizaje sobre otro aterrizaje.
Imagina un pájaro en mano abierta. Y ciento sabiendo a dónde vuelan.
Imagina no tener que haber muerto para contar que has vivido. Un jardín lleno de flores como metáfora de un cementerio. Lolita excitando a Penélope. Rapunzel tirando la trenza al vacío tras cortársela.
Imagina redefinir el orgasmo
y suplicar que no paren
hasta que te rías.
- Irene X -

jueves, 9 de enero de 2014

¿Siguiente destino?

Soy más de no necesitar los hombros de nadie para apoyarme y ver la vida desde allí. Desde los míos se ve todo mucho mejor.
Soy más de no terminarme nunca el café por las mañanas aunque me encante.
También soy más de saltar en la cama cuando ya está hecha. De bajar diez minutos antes de la comida para comer algo y luego no tener hambre.
También adoro abrir la ventana los días más fríos.
Soy de meterme en la cama y sacar los pies para congelarme.
De andar bajo la lluvia y llorar con ella. De no terminar libros. De no dar abrazos por miedo a reconocer que yo también los necesito.
Me gusta subir la persiana los domingos. Odio el té. Y adoro las uñas negras.
Los mordiscos, arañazos, pellizcos en el cuello.
Nadie está fuera o dentro de mi vida. Por desgracia, mi vida no tiene una puerta que decide quién entra y quién no.
Describir mi vida es como describir mi paso por una carretera al conducir. A través de la ventanilla ves como el mundo corre, vuela, camina pero nunca se para. Es como esa silla en la que te sientas por miedo a que te la quiten.
Mi vida es como ese trayecto al pasar por un túnel: algo fugaz y efímero con personas pasajeras que deciden o no serlo.
Suelo huir cuando veo que alguien decide quedarse de verdad.
Es como un arma para defenderme. Me voy por miedo a que se queden, me acostumbre  a ellos y decidan irse.
O les haga daño. O les impida conocer mejores carreteras que la mía.
Soy como saltar un charco y mojarte hasta las pestañas.
Como salir a la calle con el pelo liso y que empiece a llover.
Desastre es esa palabra que me sienta tan bien.
De vez en cuando un poco de orden pero nunca estabilidad.
Pero vamos, eso de que los caminos son fijos es mentira.
A veces desaparecen y se van lejos. No os asustéis si decidís quedaros y no tenéis asiento.