Hablemos de todas las veces en
las que pensé en ser feliz y no lo fui. De que vivimos en un mundo en el que es
mucho más fácil follarse a alguien que quererle.
Hablemos de que siempre
pretendemos que las cosas sucedan solas y sin esfuerzo. Sin dolor. Porque así
es en los cuentos, y no ¡El mundo real está lleno de decepciones! ¿Y a este
mundo le escribo yo?
Hablemos de que el amor no es
otra cosa que bajar al infierno a bailar (aunque no sepas) solo porque sus ojos
tienen música.
Hablemos de esas veces en las
que llegas a casa temprano y te paras a pensar en todo lo que tienes. Un
teléfono sin mensajes, un futuro incierto y un par de ejemplos de vidas
perfectas entre los que no está la tuya.
Hablemos de que hay que vivir
más y pensar un poco menos ¿Por qué nos complicamos tanto la vida si solo
tenemos que inhalar y exhalar?
Hablemos de que me levanto y
solo veo un enorme cúmulo de mierda que no sé disimular y que me machaca las
venas. De que no tengo respuestas para nada. Ni siquiera para mí ¿Qué hacéis
pidiéndome ayuda? No sé dar. Se entregarme al 110% a alguien.
Hablemos de que doy y mucho.
Pero yo también me necesito. Aire, paz, fluidez, valentía y fuerza. Todo eso
que tengo y que me cuesta sacar.
Hablemos de que si algo puedo
decir es que luché y lucho. Con todas mis fuerzas.
Hablemos de cuando me da por
leer cada noche palabras que ni siquiera tengo por recordar momentos que sí que
tuve.
Hablemos de que lo bueno
siempre superará a lo malo y de que tengo fuerza para parar ochocientos trenes.
El problema viene cuando yo soy pasajera de uno de ellos y tengo que pararlo
desde dentro.
No me voy a rendir, me digo.
NO. PIENSO. DEJAR. DE. SER.
Al menos no este sábado.
Al menos no esta vida.