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jueves, 30 de enero de 2014

Anaxárete, querida. Mira y aprende.

No pienso convertirme en una roca
para demostrar lo fuerte que soy.
A mí me basta con salir a la calle con el pelo despeinado y los labios rojos,
y sin temor a que me rompan las medias.
O a admitir que prefiero estar sola
a parecerme a vosotros.
Invierno es un estado de ánimo,
no lo olvidéis.
Que lo único que sé del amor es que me enamoro unas mil veces al día
y me desenamoro unas dos mil.
Aunque, claro, suele pasar que, de repente,
aparece una persona en tu vida que no quiere irse,
y te mueres de miedo.



miércoles, 29 de enero de 2014

El sexo de la risa.

Imagina una carcajada diez segundos antes de llorar. Un abrazo por la espalda cuando no quieres volver a casa. Una mano que aparece al cruzar el pasillo a oscuras. Un aterrizaje sobre otro aterrizaje.
Imagina un pájaro en mano abierta. Y ciento sabiendo a dónde vuelan.
Imagina no tener que haber muerto para contar que has vivido. Un jardín lleno de flores como metáfora de un cementerio. Lolita excitando a Penélope. Rapunzel tirando la trenza al vacío tras cortársela.
Imagina redefinir el orgasmo
y suplicar que no paren
hasta que te rías.
- Irene X -

jueves, 9 de enero de 2014

¿Siguiente destino?

Soy más de no necesitar los hombros de nadie para apoyarme y ver la vida desde allí. Desde los míos se ve todo mucho mejor.
Soy más de no terminarme nunca el café por las mañanas aunque me encante.
También soy más de saltar en la cama cuando ya está hecha. De bajar diez minutos antes de la comida para comer algo y luego no tener hambre.
También adoro abrir la ventana los días más fríos.
Soy de meterme en la cama y sacar los pies para congelarme.
De andar bajo la lluvia y llorar con ella. De no terminar libros. De no dar abrazos por miedo a reconocer que yo también los necesito.
Me gusta subir la persiana los domingos. Odio el té. Y adoro las uñas negras.
Los mordiscos, arañazos, pellizcos en el cuello.
Nadie está fuera o dentro de mi vida. Por desgracia, mi vida no tiene una puerta que decide quién entra y quién no.
Describir mi vida es como describir mi paso por una carretera al conducir. A través de la ventanilla ves como el mundo corre, vuela, camina pero nunca se para. Es como esa silla en la que te sientas por miedo a que te la quiten.
Mi vida es como ese trayecto al pasar por un túnel: algo fugaz y efímero con personas pasajeras que deciden o no serlo.
Suelo huir cuando veo que alguien decide quedarse de verdad.
Es como un arma para defenderme. Me voy por miedo a que se queden, me acostumbre  a ellos y decidan irse.
O les haga daño. O les impida conocer mejores carreteras que la mía.
Soy como saltar un charco y mojarte hasta las pestañas.
Como salir a la calle con el pelo liso y que empiece a llover.
Desastre es esa palabra que me sienta tan bien.
De vez en cuando un poco de orden pero nunca estabilidad.
Pero vamos, eso de que los caminos son fijos es mentira.
A veces desaparecen y se van lejos. No os asustéis si decidís quedaros y no tenéis asiento.