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viernes, 14 de abril de 2017

Te trataré como a una reina


lovely light Scout & Catalogue:

Cuando Bella dormía sola, en la habitación siempre había un rincón habitado por el miedo. A veces se quedaba ahí quieto, sin salir, sin atacarla, pero aún así ella sabía que existía, que permanecía allí agazapado. A veces el miedo aprovechaba los chirridos de la oscuridad, los crujidos del silencio, y entonces salía de su rincón y caía sobre ella como un rayo. Era su propio miedo, la conocía bien, y no había manera de defenderse de él. En esos caso Bella se limitaba a encogerse en la cama, a arrimar la espalda en la pared y a esperar que amaneciera. Era un miedo muy pertinaz.

-Rosa Montero-

lunes, 3 de abril de 2017

He venido a luchar


pinterest: @isabubbble:



Me dejo llevar. Coma la vela que se consume lentamente en mi habitación.
Como el agua del mar por mis rodillas.
Como las hojas que se enredan en mi pelo.
Como Mía en aquel planetario de película.

Cada detalle hace que cada día sea diferente.
Miro por la ventana y veo cómo están los dedos puestos en el cristal. Incluso, si me lo propongo, escucho lo que me va a decir mi madre cuando vea todas las cosas que tengo encima de la cama.
También veo a un anciano acompañado de un bastón. Otro anciano acompañado de su mujer a quien ayuda a cruzarse de acera.

Los árboles se tambalean. Seguro que también quieren que les escriba.
Y el cielo venga a pintarse de color pastel. Como si alguna vez pudiera no gustarme,Como si alguna vez pudiera no dolerme de lo bonito que está.
Y los pájaros buscando otro aire en el que no asfixiarse.
Como yo algunas veces.
Tengo un montón de libros encima de la mesa que me recuerdan todas esas cosas que aún no he hecho y nunca haré.
Una almohada que ya ni habla.
Un bote de colonia vacío. Y unos labios que llevan mucho tiempo sin hablar de-lo-que-de-verdad-importa.
¿Qué tenemos debajo de la piel que nos asusta tanto?

Prometí no volver a escribir. Pero no sé. Supongo que ya es algo necesario.
Habéis destrozado el verbo querer.
No sabéis hacerlo. Ni decirlo.
Hemos destrozado cualquier cosa real.

Ya nadie se queda mirado a ver cómo dos personas se siguen queriendo como el primer día.
Ni como una amiga ayuda a otra, cargada de recuerdos y de alcohol.
Nadie mira con encanto una pareja de dos personas de 80 años.
Ni con pena a una de 12.
Nadie busca unos ojos de los que enamorarse en el bus o en la calle o donde sea.
Nadie mira más allá de lo que se ve. Nadie quiere conocer.
Nadie quiere querer.

Ni siquiera una tarde melancólica de domingo.

¿Qué hacéis?

Sentir no es malo.

Ni siquiera sentir demasiado es malo.

Horrible será cuando la vida se convierta en una espiral de luces apagadas sin que nadie las encienda.

Mientras tanto, seguiré imaginando la vida de la gente que encuentro paseando por la calle. Tropezándome con medio mundo. Adorando los musicales y comiendo mucho chocolate mientras alguien me acaricia el pelo.

Mientras tanto seguiré viviendo. No vaya a ser que os carguéis hasta los atardeceres.

Porque no. No os voy a dejar.